6 de junio de 2012

Envidia


El gobernador del estado norteamericano de Wisconsin, Scott Walker, enfrentó ayer un referéndum revocatorio a menos de un año y medio de haber asumido el cargo.

¿Su delito? Haber logrado sancionar el año pasado, contra una resistencia fenomenal que incluyó la insólita fuga a otro estado de la bancada demócrata para negar el quórum en el Senado estadual, una ley que le quitaba a los sindicatos del sector público la facultad de negociar convenios colectivos de trabajo y el financiamiento mediante aportes compulsivos sobre los salarios de sus afiliados, entre otras medidas destinadas a reducir el déficit fiscal que enfrentaba Wisconsin.

El revocatorio de Walker es sólo el último episodio de esta pelea, que además de las clásicas protestas de rigor ya incluyó otros revocatorios emprendidos por los demócratas y sus aliados sindicales contra jueces del Tribunal Superior de Justicia y senadores estaduales del Partido Republicano, con la esperanza de obtener mayorías legislativas y judiciales que permitieran derogar o declarar como inconstitucional la ley.

Bueno, así como los demócratas y los sindicalistas fracasaron en rajar jueces y legisladores para dar vuelta la tortilla, también fracasaron en su intento de echar al gobernador Walker y a su vicegobernadora, quienes le ganaron el revocatorio al candidato demócrata por un margen bastante cómodo: 53 a 46.

A partir de hoy y por lo menos en los EE.UU., animársele a los privilegios sindicales ya no va a significar necesariamente el suicidio político.

Qué envidia que me da.

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