5 de julio de 2012

Qué has hecho hoy para no convertirte en relleno de chorizo?



Reglas del rebaño:

En el rebaño está vedado el pensamiento autónomo que contradiga el dogma oficial. Se deben aceptar los argumentos y procedimientos del poder para no desafiar intereses superiores. El eslogan del rebaño se convirtió en ley: "La causa es todo, la causa no se critica". De lo contrario, hay castigo. El castigado quizá deba mudarse a otra granja donde escasea el alimento y el abrigo.

El rebaño intelectual muestra vocación cortesana. Administra bienes y servicios públicos del campo cultural, artístico, educativo, científico, académico. Lo hace con el espíritu del amanuense medieval que sólo copia lo que se le dicta. Las ideas propias adquieren valor cuando responden al criterio establecido por el dogma.

Los miembros del rebaño sólo alzan la voz para dar cuenta de su adscripción ideológica, y se mantienen callados para no desairar su propia lealtad al régimen de sumisión política. En el rebaño no se ejerce la crítica libre. Y si algún miembro lo hizo fue acusado de traidor.

El rebaño vive en una granja irreal, ficticia, y está prisionero de la controvertida ley de la sinécdoque: como una parte representa al todo, la mínima disidencia se considera un sablazo contra la causa. Al revés también: si la causa es todo, entonces cualquier parte tiene el mismo valor que el conjunto, y nada de lo que suceda dentro del campo de la causa debe ser cuestionado, denunciado ni puesto en tela de juicio.

El rebaño sufre por la ley del miedo. En la granja hay intelectuales que justifican sus propias resignaciones, en especial las éticas, con el vidrioso argumento de que no conviene malquistarse con los poderosos. Como en la jungla: en el rebaño hay miedo de decir la verdad y denunciar la mentira.


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