19 de septiembre de 2013

Delicioso



Dice la real academia que delicioso es aquello capaz de causar delicia, y que esta es (en primera acepción) un placer intenso del ánimo.
Y no me van a decir que escrachen a Baltasar Garzón acusándolo de torturador y represor no es delicioso.

5 comentarios:

Sine Metu dijo...

Me hizo acordar a esto

Vir dijo...

Schadenfreude!

Unknown dijo...

Por su personalidad pedante y soberbia, su afán de protagonismo y también por su coraje, hay que reconocérselo, de enfrentarse a los Etarras y condenarlos a prisión, así como a franquistas, pinochetistas, etc., Garzón ha logrado ser insultado y rechazado por la gran mayoría de los españoles.

Y el colmo fue cuando hizo espionaje electrónico de las conversaciones entre abogados y acusados del caso Gurtel en la cárcel, lo que está rigurosamente prohibido por la ley española porque viola la confidencialidad entre acusado y abogado defensor y vulnera el derecho de la defensa en juicio.

Sin embargo, en América tiene gran prestigio entre los partiduchos de izquierda y en los defensores de los derechos humanos de los partidarios de ciertos humanos de un solo bando.

También me causa un gran placer que los canallas defensores de los asesinos etarras lo hayan repudiado a este vanidoso ex-juez, que se terminó peleando con Felipe González, con los Peperos y con sus pares Jueces incluso, por su tremendo ego siempre insatisfecho.

¡Vete a tomar por saco, Basaltar!

Anónimo dijo...

A mi entender, la clave está en que Garzón nunca ha sido un experto en Derechos Humanos, sino en derecho penal. Su carrera como juez en España ha estado asociada no a la persecución de delitos un tanto evanescentes (digo lo de evanescentes por su definición en el Código Penal y por la jurisdicción sobre los mismos) como el genocidio, sino a la persecución de delitos más concretos y bien definidos, tales como el asesinato (con o sin calificación de terrorismo) o el narcotráfico.

De hecho, el famoso intento de enjuiciar a los responsables de las muertes tras la Guerra Civil lo abordó por el camino penal. De ahí, dicho sea de paso, el esperpento de preguntar si Franco estaba muerto, porque era bien consciente de que estaría prevaricando si encausaba a Franco por asesinato a sabiendas de que su responsabilidad penal estaba extinta por su muerte. Y al final, por el camino de lo penal, acabó inhibiendo su competencia como juez en los tribunales que tuvieran jurisdicción concreta (penal) sobre la muerte o asesinato concreto. Y se acabó ahí la causa general contra el franquismo por la vía del derecho penal. Sólo le quedaba (a él y a sus corifeos) la vía del "juicio político" (más bien ideológico), asunto que carece de asiento en el derecho español, pero para el cual la prensa, la política de partidos, y la política de asociaciones de "afectados" estaban bien dispuestas. Tanto en España como en Argentina.

Lo que sucede es que, por esa vía, la político-ideológica, que es la que impregna el juicio (argumental) de los terroristas y de sus simpatizantes, Garzón es tan objeto de crítica como sujeto de la misma. Mala suerte, Baltasar. Deberías haberte ceñido a lo que tú sí sabes: la actuación penal contra un delito identificable como entidad.

Y a los amigos de los terroristas, con permiso de los dueños del blog, sólo tengo que decir que si fuera menos cristiano de lo que soy, os desearía a vosotros, a vuestras madres (si ya sabéis en que esquina trabajan) y a vuestros padres (si ya por fin sabéis quién es) lo mismo que vosotros consideráis justificado para otra gente, madres y padres incluidos. Como soy quizá más cristiano de lo que merecéis, sólo os digo que lejos de mí. Muy lejos.

Eborense

BlogBis dijo...

Enmascarado, Eborense, coincido con abos.
Eborense, qué bien se te vería escribiendo de cuando en cuando en BB!