26 de febrero de 2016

Conceptos diferentes de igualdad de oportunidades







La Derecha anda pérdida, desorientada o simplemente están ahí por la plata.

 Puesto que esta pérdida, anda buscando la receta mágica en otros lados, del mismo modo que la ex la Concertación para cambiar el modelo económico quiso seguir los pasos de España y Portugal. El senior fellow de la Fundación para el Progreso (FPP), Mauricio Rojas como muchos académicos de la ex derecha propone seguir el camino del pensador británico Jesse Norman , quien publico el libro La gran sociedad (Editorial Ciento Ochenta). La tesis del inglés es centrarse en la sociedad civil y la comunidad para salirse del estatismo y el mercado. Una suerte de Tercera Vía de Derecha. En esa misma línea menciona al pensador Phillip Blond, quien escribió el libro Tory Rojo: “El estado y el mercado han avanzado desde la izquierda y la derecha, copando prácticamente todos aquellos espacios de autonomía y autogobierno que antes conformaban la sociedad civil en Gran Bretaña”.

 ¿Notan que escribe como si jamás hubiese estado el gobierno de Piñera, ni la repartija de bonos para que hubiese igualdad de oportunidades?

  Mauricio Rojas se supone que tiene que defender la economía de mercado a secas. A los conservadores católicos entiendo que les gusta hablar de economía social de mercado, poniéndole el énfasis en la palabra ‘lo social’, pues le parece muy fría la expresión ‘economía de mercado’. El ‘milagro alemán’ como escribió Ayn Rand se debió, simplemente, a la racionalidad. Le temen al uso de la razón.

 Pues bien, el año 2014, el mencionado académico publico un artículo titulado Por una economía solidaria de mercado”, ya que según él “Esto es clave en el Chile de hoy, donde como resultado del éxito del modelo de economía libre y los tremendos progresos ya alcanzados han surgido nuevas inquietudes y demandas acerca de la calidad, sostenibilidad y, no menos, equidad del progreso logrado”. Hace dos años seguía creyendo que las manifestaciones que hubo en el 2011 contra el modelo se debían “al malestar del éxito”, y no a los comunistas que tenían a la cabeza a la dirigente estudiantil comunista, Camila Vallejo. Lo mismo pensó el novelista, Roberto Ampuero con los “indignados” chilenos. El objetivo del PC era crear un problema donde había. Eso que demostrado en el escaso apoyo que saco Michelle Bachelet en la presidencial. Apenas un 26% del electorado. Menos que Salvador Allende.

   ¿Cuál es la receta de Rojas? “En el caso del Chile actual corresponde, a mi juicio, poner un claro acento en el componente social de la economía social de mercado. Ello no implica que se deje de problematizar lo referente al mercado, especialmente considerando el fuerte cuestionamiento que hoy por hoy se hace del mismo y las situaciones de abuso reiteradamente constatadas”.

  Hay que enfocarse en lo social. ¿Qué es lo social? “Lo social en este caso se refiere específicamente a la necesidad de realizar intervenciones políticas de carácter redistributivo destinadas a corregir el resultado espontáneo de los mecanismos de mercado con la finalidad de ampliar la base de recursos y oportunidades de que dispone una parte significativa de nuestra sociedad”. En tres palabras: igualdad de oportunidades.

  Cuando se habla de ‘igualdad de oportunidades’ significa que un tercero tiene que intervenir que para igualar. Más esto último consiste, principalmente, en igualar hacia abajo, tal como lo expreso en su oportunidad el ex ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre y el jurista de Bachelet, Fernando Atria, que se resume en quitarle los patines al que le va mejor. En eso consistió, pues, la Reforma Educacional o Inclusión, que afecto solamente a los colegios particulares subvencionados, que eran los buenos comparados con la educación estatal o municipal. Redistribuir significa quitarle al otro parte de su riqueza.

  Basándose en dos pensadores británicos, Jesse Norman y Phillip Blond, quienes postulan que hay que moralizar el mercado.

 El da tres razones para intervenir: eficiencia, ética y política.

 Por eficiencia se refiere “al capital humano y los talentos de la población” para no desperdiciarlo. Y así evitar, citando las palabras de Sebastián Piñera en un informe de 1976 la “pérdida interna de cerebros”. Pone el ejemplo del Chile del 1910, donde tenían un per cápita superior o igual a Francia y Suecia, sin embargo, la mayoría de la población era analfabeta.

 Por ética se refiere a que “la libertad no puede ser el privilegio de algunos sino un derecho real de todos”. Agrega: “el ejercicio real de la libertad exige condiciones que tienen directamente que ver con nuestro acceso a ciertos recursos y seguridades básicas, sin las cuales la libertad queda reducida a una pura promesa incumplida” .

 Por política se refiere a ponerle el acento a la igualdad de oportunidades. Igualdad potenciando la libertad para no caer en la indiferencia y “falta de solidaridad para con el prójimo”. Así se evitaría homogenizarnos como quieren los socialistas: “con la igualdad básica de oportunidades, podremos combatir con éxito la idea socialista que busca homogeneizarnos, atentando contra nuestra diversidad natural y sembrando la envidia”.

  Hablar de igualdad de oportunidades por parte de la ex derecha, lo único que ha conseguido es que la Izquierda enfatice más el papel del Estado en todos los ámbitos. ¿Acaso no fue eso lo que llevo a Bachelet a su segundo mandato? Finalmente, él propone el Estado Solidario conservando el principio de subsidiariedad. Un cambio de nombre. En vez de economía social de mercado llamarla economía solidaria de mercado.

   Recientemente, en el artículo “Mercado y Libertad” (23/01/2016) aparecido en El Pulso volvió a tocar el mismo tema, que hay que intervenir el mercado. Escribe: “Hay liberales para los cuales el mercado es una especie de fetiche, una panacea de eficiencia que, si se le permite funcionar en plena libertad, resuelve todos los problemas por sí mismo. Para esos liberales, toda intervención política destinada a corregir el resultado espontáneo de los mecanismos de mercado es anatema, ya que lo perfecto no puede ser mejorado”.

  Según Rojas, hay que reconocer las deficiencias del mercado para que a éste no lo destruya el intervencionismo político. Para otra ocasión abordará la colusión o los abusos. La primera se dio en Chile, porque intervino el Estado. El segundo, es parte de la naturaleza humana. En efecto, insiste que el mercado es óptimo y eficiente para sacar provecho a los recursos productivos, sin embargo, no ocurre lo mismo con el talento de las personas. De ahí que el Estado tenga que intervenir. El mercado, a fin de cuentas, mejora lentamente las “desventajas desde la cuna”.

  Me acordé de que en el libro Libertad de elegir de Milton y Rose Friedman abordan el tema de la igualdad de las oportunidades. En efecto, en sentido literal, de ‘identidad’ es imposible. El ambiente familiar en que crecer las personas es diferente. No es lo mismo nacer en los Estados Unidos que la Rusia Soviética. No hay oportunidades idénticas. Ahora bien, si la igualdad de oportunidades se entiende como carrera de talentos, esto significa que no tiene que ponerse obstáculos “a las oportunidades que se le abren a las personas”. Eso es lo importante. Esa manera de entenderlas no estaría en contra la igualdad ante ley, ni tampoco contra la libertad. Puesto que las personas difieren tanto genéticamente como culturales, tomaran distintos caminos.

 Después de la Guerra Civil norteamericana se hablo de igualdad de oportunidades que se expreso en la política económica, cuyos temas eran la competencia, la libre empresa y el laissez-faire. Así lo resumen Friedman: “Todos habían de tener la libertad para meterse en cualquier negocio, dedicarse a cualquiera ocupación y comprar cualquier bien, siempre que se contara con el acuerdo de las otras partes interesadas en la transacción”. Ello implicaba, además, recibir los beneficios si les iba bien o “sufrir las pérdidas si fracasaban”. Aquí lo importaba el rendimiento, por lo que la religión, el nacimiento y la nacionalidad de las personas no eran relevantes. Esta fue la época de las Grandes Industriales.

   Como consecuencia de lo anterior, Estados Unidos se hizo una sociedad dinámica y productiva. Por lo mismo, hubo una explosión de actividades de beneficencia. Detrás estaban el desarrollo de la riqueza. Usemos una palabra estigmatizada por la Izquierda chilena: el lucro. La beneficencia se manifestó, pues, en “hospitales no lucrativos, universidades y escuelas superiores de fundación particular, así como una plétora de organizaciones benéficas dedicadas ayudar a los pobres”. Asimismo, “El estado fue relegado a un papel secundario; no se levantaron obstáculos a las empresas”.

 Al parecer hay una notable diferencia entre lo que entiende Friedman de la igualdad de oportunidades con respecto a Rojas. Me hubiese gustado que éste último extrajese la experiencia del siglo XIX, posterior a la Guerra Civil estadounidense.

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