27 de julio de 2018

Violando el octavo mandamiento (unos de los deportes de la Izquierda)






  Si hay una característica que define nuestro tiempo, principalmente, en Chile es levantar falsas acusaciones contra personas, sin ningún fundamento o prueba, según el historiador Gonzalo Rojas. Depende del contexto puede ser una mentira en público, lo que sería equivalente injuriar y si fuese en un tribunal de justicia sería delito de perjurio. Pues bien, en estos veinte ocho años en democracia ha sido la tónica que ha empleado la Izquierda.

 Durante la tomas feministas que hubieron en las universidades, podemos concluir que salió lo peor de las mujeres. Todavía queda una universidad tomada, que es ex pedagógico que pertenecía a la Universidad de Chile.

    Según el profesor de historia de la Pontificia Universidad Católica de Santiago y columnista, Gonzalo Rojas Sánchez , la diputada radical Marcela Hernando ha presentado un proyecto en que se pretende prohibir el nombre del senador asesinado, abogado y profesor universitario, Jaime Guzmán. La diputada se basa en una acusación de una ex alumna. Agrega el columnista: “Y como hoy basta que una persona afirme esto o lo otro para condenar a quién sea”.

   Según la diputada, Jaime Guzmán “encarna valores anti-feministas”. Asimismo, para Hernando el asesinado político representa el machismo, la opresión y la muerte. Entonces, queda claro que Guzmán no era homosexual, pues si era machista.

   Lo que se pretende con esta iniciativa es, pues, sacar el nombre de Jaime Guzmán de todo el espacio público como lo muestra en su columna el profesor de historia, sacar los restos del senador del cementerio general, quitarle personalidad jurídica a la Fundación que lleva su nombre, borrar los documentos públicos, donde figura su nombre, etc. Digno de la novela 1984 del escritor socialista inglés George Orwell.

    Obviamente, se sumaron las diputadas del Partido Comunistas, Karol Kariola, Camila Vallejo y las parlamentarias Cristina Girardi y Maite Orsini. Cabe recordar que la diputada Karol Kariola ha presentado un proyecto parecido en que se condena a la cárcel y a pagar una alta multa a quienes hagan referencia el Gobierno Militar. Ella, la sociópata que se fue a sacar una foto con el dictador comunista Fidel Castro y que apoya la dictadura comunista en Cuba.

   Lo que denuncia del historiador no es nueva, pues comenzó cuando la ex Concertación tomo el poder. Ambos informes en que la Izquierda basa su relato tiene ese criterio: el Informe Rettig y el Informe Valech. Sólo que éste último es más grotesco, bizarro y esperpéntico. La comisión nunca pudo haber entrevistado a treinta mil personas en el plazo que fijo.

   Monseñor Sergio Valech que presidió la comisión que lleva su apellido y el sacerdote Cristián Precht violaron el octavo mandamiento al apoyar tal iniciativa.

   Además, basta ver cualquier programa donde entrevistan a ex miristas, donde éstos aprovechan de injuriar a los oficiales del Ejército presos en Punta Peuco. Así, lo vemos cuando entrevistaron a Pascal Allende y al fallecido director del Servicio Médico Legal, Sergio Bustos afirmando que el brigadier Miguel Krassnoff los torturó. Igualmente, el creador del Museo de la Memoria, la mirista y periodista Marcia Scantlebury Elizalde, cuando fue presentado el libro Miguel Krassnoff: Prisionero por servir a Chile, ella dijo que el oficial la torturó. Lo que es falso.

   A la señora Scantlebury no hay que créele nada, porque después del 11 de septiembre de 1973 se le ocurrió militar en Mir. Hay que ser bastante loco para tomar una decisión como esa. Esa periodista es tía de la periodista Carolina Urrejola.

    Un buen ejemplo de lo anterior, lo dio Michelle Bachelet en una entrevista a la revista Paula: “Michelle Bachelet, la historia no contada”. Cuenta que cuando volvió a Chile en 1998, luego de un curso en Estado Unidos, reparó que en el mismo edificio vivía el militar Marcelo Moren Brito con quien solía toparse en el ascensor. El militar fue asignado a la DINA, donde interrogo a la joven Bachelet en el centro de detención Villa Grimaldi.

   El oficial Moren Brito (Q.E.P.D ) falleció en Punta Peuco. Le negaron la Ley de Amnistía de 1978. La misma que beneficia a los terroristas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Mir).

   Hay que recordar que ella siempre se pone como víctima y que la dañaron. La torturaron, según Bachelet. Sin embargo, cuando Ricardo Lagos estableció la comisión Valech sobre ‘Prisión Política y Tortura’, la entonces ministra de Estado no quiso presentarse ante la comisión. No tenía nada que contar, porque todo en la vida de la ex mandataria es una mentira, partiendo con el hecho de que no es médico.

   La periodista luego le pregunta: “¿Qué sintió cuando supo que Moren Brito vivía en su mismo edificio?” Bachelet responde: “No me acuerdo bien, pero no podía creerlo: de todos los edificios de Chile, tenía que elegir el mío. Pero eso es Chile: toparse a diario con tu historia y tus dolores. Ahora, cuando lo veo, no empiezo a perseguirlo diciéndole: “Cuando yo estaba en Villa Grimaldi…” No, la verdad es que yo he cambiado mucho. Tengo dolores profundos, pero tengo menos rabia, porque la he encauzado al tratar de construir. Cuando veo a Moren Brito, no me pasa nada. Este país no puede darse el lujo de desperdiciar a todos sus ciudadanos: tenemos que hacer un esfuerzo grande para ver cómo resolvemos nuestra herida”.

    A fines del segundo gobierno de Michelle Bachelet demostró que la Izquierda, -que es la victimaria- desea establecer una comisión ilegal que permanente que investigue las llamadas ‘violaciones a los derechos humanos’. O sea, las otras comisiones no sirvieron de nada. Bachelet que dijo la interrogó, no la torturo.

    El oficial fallecido es el victimario, y no la joven militante del Partido Socialista partidaria de la vía armada, de la violencia revolucionaria, amiga del grupo terrorista Mir, y, por último, partidaria de la instalación de una dictadura comunista es, pues, la víctima. Pues es justamente al revés, Bachelet perteneció al grupo de los victimarios, cuya revolución comunista costaría un millón de vidas.

    La declaración de Bachelet se parece al rector de la Universidad de Chile, cuando presentaron un libro sobre el terrorista y fundador del Mir, Miguel Enríquez, “Miguel Enríquez. Un hombre en las estrellas. Biografía de un revolucionario” del historiador español Mario Amorós, Ennio Vivaldi, quien dijo: “la cotidianidad de un niño de los años 50 y 60. Valoró igualmente la posibilidad que ofrece el texto de reflexionar sobre lo acontecido como una manera de superar el trauma social que significó la dictadura “y el triunfo de la muerte”.

   Todavía no superamos el trauma que dejó la Unidad Popular y el odio introducido en la política por la Izquierda.

   La sociedad chilena está todavía dividida gracias a la Izquierda, que quiere posar por toda la eternidad como la víctima. La Izquierda ha convertido como norma levantar falsos testimonios. Viola el décimo sexto mandamiento, según la Éxodo: “No dirás falsos testimonios contra el prójimo”.

 Ahora es costumbre que cualquiera persona acuse a otro a través de los medios sin ningún fundamento.

 El otro deporte es funar. Si lo hacen ellos, no es incitación al odio.

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