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A mí me interesa la verdad y no lo que sienta los demás. Además de la justicia. A muchas personas de derecha les molesta que escritor Jorge Baradit tergiverse la historia, poniendo siempre los zurdos como los buenos y los malos las personas de derecha. A ese escritor de ciencia ficción le hubiese gustado que la historia de Chile haya tenido otro rumbo. Ahora bien, cuando lee las declaraciones de personajes públicos tales como actores, escritores, cineastas y documentalistas de la época de la Unidad Popular, se da cuenta que mienten. Encuentro que el novelista Jorge Edwards está a la misma altura que Baradit, cuando habla de Allende, la Unidad Popular y el Gobierno Militar.
Los dos escritores se llaman Jorge.
El novelista ha dicho que él no es converso como Mauricio Rojas y Roberto Ampuero. Sigue siendo de izquierda. Por eso, se inscribió como militante de Evolución Política.
Por mediados de los noventa entré a una librería de Viña del Mar y vi el libro El Whisky de los poetas del galardonado Premio Miguel de Cervantes y Premio Nacional de Literatura, Jorge Edwards. Me puso a hojear el libro hasta que encontré el artículo La mediocridad en la política. Primero habla de que los españoles quieren formar parte de la Unión Europea como modelos Inglaterra y Suecia. Después dice:
"En mi país, en Chile, durante la experiencia de la Unidad Popular, experiencia mirada con tal universales simpatías por los intelectuales de todas las latitudes, lo que faltaba precisamente era el consenso mínimo que hubiese podido evitar la crisis del sistema. Se quiso realizar una experiencia revolucionara desde una minoría de votos y sin haber buscado un acuerdo con una de las fuerzas más decisivas del país, la democracia cristiana. En esta forma, el Gobierno de Allende que en sus orígenes había presentado un programa socialdemócrata, un proyecto de economía mixta no demasiado diferente al que acaba de esbozarse en los artículos económicos de la nueva Constitución española, terminó arrastrado por fuerzas centrífugas, de manera que los gestos y los símbolos, juntos con invadir las calles y la prensa, empezaron a transformarse rápidamente en realidad conflictivas: tierras y fábricas ocupadas, minas extranjeras nacionalizadas sin pago de compensaciones, etcétera".
El párrafo mencionado que me chocó, pues decía lo opuesto a lo que sostenía los militares. Algo me molestó desde que lo leí. Por un tiempo le creí el relato de la izquierda, hasta que un ex Mapu, que militaba el PPD en una casa dijo que querían instalar una dictadura comunista. Así supe que todo lo que decía los ex UP era falso. He mostrado en mi blog, que la socialdemocracia chilena de hace más de cincuenta años no tenía ninguna relación con esa corriente política que había en Europa Occidental. Queda claro que la Democracia Cristiana es un partido de izquierda.
También me molestaron otras expresiones de él que leí por los medios. Según Edwards, Allende respetó el Estado de Derecho. En mi blog, encuentro las siguientes palabras de él sobre Salvador Allende: "Yo creo que manejó la economía con bastante ingenuidad y poco conocimiento (...), pero intentó hacer algo en un país que era muy conservador y muy reaccionario". Las personas que se opusieron a la Escuela Nacional Unificada, a las Junta de Abastecimiento o JAP, o que aquellos que se quejaron de que sólo podían comprar lo únicamente el Estado permitía, cuando antes tenía libertad para comprar y vender lo que quisieran, eran unos tontos. Se parece a las declaraciones de Bachelet en su segundo mandato. En otro artículo publicado en La Segunda, el novelista había dicho que la clase media de la época no entendía el fabuloso programa marxista de la Unidad Popular.
Cuando gobernó Ricardo Lagos, el escritor afirmó en una entrevista al diario El País de España: “La transición a la democracia no ha terminado y la reconciliación no ha comenzado”. Cuando Rafael Mera tenía su blog comentaba que teníamos la transición más larga de la historia. Y esta transición, agregué yo durante el segundo gobierno de Bachelet, que iba terminar cuando la izquierda tuviese su Constitución chavista.
En otra parte de la entrevista, el periodista le pregunta por qué en su última novelas muestra un rechazó a las posiciones extremas. Edwards responde que él escribe desde la compasión y que el país necesita superar la división “típica de la guerra civil de 1891, de la Unidad Popular y de la dictadura”. Se le olvida que el Gobierno Militar dictó una amnistía a pedido de la democracia cristiana y el Partido Socialista venezolano. Además, no se le ocurrió sugerir al presidente socialista Ricardo Lagos como después de guerra civil de 1891 aplicar leyes amnistía a los dos lados. Por eso, el país se reconcilió. Y nadie le sacaba en cara después de veinte, treinta o cuarenta años después las cosas malas de uno u otro lado.
A pesar que es abogado no se conoce las leyes, pues avala que el inconstitucional Informe sobre tortura de falsos torturados. Y cuyo criterio es levantar falsos testimonios sin ninguna prueba y sin que el acusado pueda defenderse. Como buen izquierdista, ve la paja en el ojo ajeno y no la viga que tiene: “Prácticamente nadie en el país niega que hubo tortura, a Pinochet lo salvan porque lo declaran demente: ¡es un cambio impresionante debajo de nuestras narices sin que nos demos cuenta!” Después menciona a un señor que estuvo en el centro de detención Tejas Verdes, Hernán Valdés, el cual escribió un libro con el mismo nombre del centro. Edwards lo señala como “campo militar de torturas que dirigió Manuel Contreras)”. Agrega: “Los civiles del régimen no pueden decir que no sabían de la tortura”. La izquierda niega ellos torturaron en el gobierno marxista. Apostaría a que no conoce el documento del Acuerdo de la Cámara de Diputados de agosto de 1973, en acusa al gobierno de la Unidad Popular “de flagelación y tortura”. Tampoco conoce la extensa carta que escribió Eduardo Frei Montalva a Mariano Rumor, ni muchos menos el Acta de Rivera. ¿Sabrá Edwards que Allende le rindió un homenaje a dictador comunista, José Stalin?
Por sus propias palabras, demuestra que él no quiere reconciliación, pues el periodista le pregunta a propósito de los supuestos torturados que caminan por las calles libremente “¿Es ésta una sociedad enferma?” Él responde: “Hay muchos procesados, condenados y Pinochet está arrinconado, fuera de su cargo de senador”. Además, esto ocurría, mientras Ricardo Lagos indultaba a los últimos terroristas encarcelados de Frente Lautaro, que tuvieron su libertad gracias a las gestiones de monseñor Baeza, quien manifestó que los militares no deberían tener libertad. Los miristas están amnistiados.
Elogia al traidor general “Cheyre ha ido mucho más allá y ha sido más lúcido que los sectores políticos, que debaten si pedir disculpas”. O sea, los militares derrocaron a Salvador Allende por una simple y antojadiza aventura militar, según la versión de Cheyre.
Otra mentira: “De repente nos metimos en la guerra fría con la elección de [Salvador] Allende. Creo que ni Allende se dio cuenta, pero Neruda sí, que en esto se había puesto lúcido desde que los cubanos lo atacaron en 1966”. Igualmente, desconoce que Salvador Allende era agente pagado de la K.G.B. La izquierda entre el bien y el mal, opto por este último libremente. Y eso ocurrió antes de la elección presidencial de 1970. Allende fue promotor de las Organización Latinoamericana de Solidaridad, quien manifestó: "Afirmo que ante una estrategia internacional de intervención debemos oponer otra fuerza. Oponer la violencia revolucionaria a la violencia reaccionaria";la declaración del PS de Chillán en que desecha la democracia liberal y optan por la violencia revolucionaria. E igualmente, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria que perseguía los mismos fines del Partido Socialista: instalar la dictadura del proletariado. ¿Cómo alguien tan culto desconoce ambas declaraciones? Siendo presidente del senado, Allende expresó ante el medio italiano Paese Sera: “Si tenemos éxito, y creo que lo tendremos, Cuba y Chile serán dos ejemplos válidos, aunque sean distintos en su fase inicial. Por lo demás, no existen diferencias, nosotros haremos el socialismo como los cubanos”. Tampoco la conoce. ¡Y de repente nos envolvimos en la Guerra Fría!
Para el novelista del Peso de la noche, no existió el terrorismo o guerrilla en Chile.
Edwards escribió el año pasado en el diario La Segunda sus recuerdos en La Habana. Cuenta que fue a la casa del poeta Enrique Lihn -quien es tío de Cristián Warken-, el cual le confiesa que hablaba bajo “”Por que esto…., está lleno de soplones”. ““¿En tu casa?” El poeta me respondió que los hombres de seguridad se hacían los invitados y que no había manera de evitarlo: soplones en los interiores de las casas, en las porterías de los edificios, en las presentaciones literarias y en las inauguraciones de pintura. ¡En toda la isla! Y nosotros bebíamos nuestros daiquiris y mirábamos hacia otro lado”. Él escribe: “Yo escribí mi testimonio, alrededor de tres años más tarde, porque llegaba desde Chile, y porque la mitad o más de la mitad del gobierno chileno de entonces, el de Salvador Allende y el de la Unidad Popular, pensaban que la revolución castrista era la panacea, la solución de todas las dificultades, de nuestras limitaciones, de nuestras miserias. Yo me convencí en forma muy rápida, a los pocos días de estar en la isla, de que si la panacea fidelista y guevarista llegaba aplicarse en mi país, sería uno de los primeros exiliados. Cuando lo dije en una conferencia literaria, hace pocos años, hubo chileno que abandonaron la sala, furiosos, y que confieso que sentí lástima por ellos, pero también por todos nosotros”.
El poeta Enrique Lihn es conocido por el verso “Nunca salí del horroroso Chile”, el cual es evocado para referirse al Gobierno Militar, no la UP ni mucho menos a la guerra civil larvada a que nos llevó la izquierda.
Durante a UP se quiso colocar los Comités de Vigilancia al mejor estilo de la Cuba castrista.
Sin embargo, él no tuvo esa misma impresión, cuando el buque escuela de la Armada Esmerada fue a Cuba por el año 68 o 69 como lo describe en su libro Persona Non Grata, en la que se pregunta cómo actuarían los militares chilenos en caso de verse confrontados los hombres armados de Castro. En esa oportunidad, la hermana de Salvador Allende, Isabel estaba entusiasmada con la dictadura cubana.
La solución de Jorge Edwards ante un intento totalitario por parte de la izquierda es huir. Lógico y sensato. De hecho, muchos chilenos se fueron a vivir al extranjero, cuando salió Allende, porque no querían el comunismo. La otra alternativa es rebelarse y luchar como lo hicieron primero los civiles y luego lo militares, cosa que él descarta.
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