30 de marzo de 2011

Invictus


Como he dicho otras veces, en el país no estamos reconciliados. Cualquiera que diga lo contrario, es un mentiroso o alguien intelectualmente deshonesto. El Gobierno que preside el demócrata cristiano, Sebastián Piñera habla de ‘unidad nacional’ en vez de reconciliación, pues de veinte años manoseando esa palabra, el progresío demócrata cristiano socialista, la vació de contenido o lo desvirtuó.

En su viaje por Europa, Piñera afirmó en la Corriere della Sera : “Este es mi Chile reconciliado”. Reconoció a su vez que “hay naturalmente hay todavía divisiones”. Luego agregó: “si pensamos en lo que ocurre hoy en los países árabes, Chile es una sociedad reconciliada. Volvimos a la democracia de modo unitario, sabio y pacífico, lo que no es poca cosa, pues las transiciones están casi siempre marcadas por violencia, muerte y caos”. ¿Cómo se le ocurre comparar Chile con cualquier sociedad árabe?

La reconciliación con mayúscula no se ha dado, sino simplemente tenemos por parte de los progresistas, que siempre se pavonean de estar en la vanguardia a diferencia de sus adversarios que se quedan atrás o en el pasado, un resurgimiento de la ética de Viejo Testamento. Si tú padre cometió un delito, que lo paguen sus descendientes. No es broma. Más de una vez, lo he leído en los comentarios a las noticias como ‘La Tercera’ o ‘El Mercurio’. Se dicen progresistas porque supuestamente traen progreso, sin embargo, han retrocedido más de dos mil años. De ahí el slogan ‘Ni perdón ni olvido’. Con todo, perdón y olvido para la izquierda. Incluso después de 38 años del 11 de septiembre y a 21 años de la llegada a la democracia el odio continúa.

Si le preguntan a alguien de derecha que bordee los setenta años, me refiero a los comunes de la derecha, no a los expertos, supuestos pensadores que escriben en los medios y los representantes que están el parlamento, si estamos reconciliados, les dirán que no. Más aún, se asombrarán que en vez de ir decreciendo con los años, vaya in crescendo el odio.

Parafraseado al Papa Juan Pablo II: “El Odio es más fuerte”. Tan fuerte que la izquierda y el Gobierno de derecha, le niega dar el indulto a personas mayores de 70 años, sólo por haber sido agentes del Estado; aun cuando tienen toda la ley a su favor. Más aun, el descriterio de Piñera para excluir al general Manuel Contreras. En efecto, el presidente dijo : “Quiero asegurar que los que cometieron delitos atroces como el caso del general Contreras, no van a tener ningún beneficio durante nuestro gobierno, porque sentimos que no lo merecen”. Descriterio de delitos atroces porque en ninguna parte de la ley y la Constitución aparece ese criterio que dio a conocer él. Por tanto, se estaría poniendo más allá de la ley.

¿Algún mandatario que hemos tenido en estos veinte y un años, nos ha dado una definición? Ciertamente no. Más que una definición, un acto. Lo que hemos visto es, pues, venganza. La reconciliación tiene que ver con el perdón, el olvido y la misericordia, cosa que no hemos visto.

No es reconciliación presenciar sin nadie haga nada al respecto que la izquierda presente a través de la fiscal de la Corte de Apelaciones de Santiago, Beatriz Pedrals 726 querellas en los tribunales de justicia, para investigue supuesto delitos a los derechos humanos ocurridas entre el 11 de septiembre de 1973 y 1990 en enero de este año. Tampoco es reconciliación, que en marzo, la propia izquierda presente a través del abogado comunista Eduardo Contreras otras 403 querellas por los mismos delitos mencionados, entre ellos, el más absurdo de todos, que se investigue la muerte del ex Presidente Allende, quien quiso jugar con fuego, hasta que el fuego lo consumió.

¿Reconciliación son las querellas que presentaron las mujeres de izquierda por supuestos abusos sexuales ocurridos bajo el Gobierno Militar? No le preguntemos por la expresión ‘Los momios al paredón y las momias al colchón’. La segunda frase significa nada menos violación, como ocurrió durante la Unidad Popular a dueñas de fundos y otras de origen humilde como que el perpetró el comandante ‘Pepe’ en la selva de Neltume.

La justicia ni los organismos de derechos humanos no se van querellar contra los terroristas que ampararon.

Tanto las 726 como las 403 querellas fueron presentadas ante el propio ministro Carroza. ¿Por qué, arbitrariamente, las llamadas causas de derechos humanos son investigadas por el sistema antiguo de justicia y no por el nuevo? Naturalmente, no se van querellar por muertes ocurridas entre 1967 y el 11 de septiembre.

A mi me había hablado de la película sobre Mandela, el presidente Sudafricano, ‘Invictus’ de Clint Eastwood. Y protagonizada por Morgan Fredman como Mandela y Matt Damonn como el capitán del equipo nacional de rugby Francois Peinar. No la había podido ver, hasta que la vi pasada la medianoche. La película no la encontré sentimental, ni llorona. Eastwood muestra un drama. Y por tanto, una tensión que se refleja en los diversos personajes. Desde la desconfianza de un entrenador que aparece al principio de la película, el propio padre de Peinar, por parte de los blancos, y la recelo de los negros, que se muestra por uno de los guardasespaldas y la propia asesora que no entiende la estrategia de Mandela. La tensión que vivió ese país se refleja, cuando una mujer blanca haciendo caridad, le regala una polera de Sprinbok a un niño pobre negro, y éste la rechaza. Una mujer que le ayuda le dice a la gentil dama blanca, que los colores de Sprinbok representan el apartheid. Las primeras palabras que emplea Mandela son que la reconciliación está relacionada con el perdón, la misericordia. El pasado es el pasado, como dice.

Por eso, encontré desatinado el comentario del critico de cine y comentarista político de ‘La Tercera’, sobre ese película. Soto la despacha en cuatro líneas: “Mandela ha llegado al poder y ahora su desafío es la unidad nacional. La cinta tiene propósitos nobles y posiblemente está bien contada. Pero sus simplificaciones y su hedor a conciencia políticamente correcta la sitúan en la franja menos interesante del cine de Clint Eastwood”.

Ahora bien, ¿Por qué a Soto no le gustó la película? Está en que las agrupaciones de DDHH por ningún motivo van a permitir que en el benigno paquete del indulto se cuelen militares que están purgando penas por delitos de apremio, tortura, abusos represivos y secuestros. Por ancianos que los condenados sean. Por enfermos que estén”. No le preguntemos al abogado Soto de la Universidad de Valparaíso sobre el Estado de Derecho y las leyes vigentes con respecto a los militares. Antes había escrito: “La Iglesia incluso apoyó la amnistía que se concedió el régimen militar el año 78, a lo mejor haciendo un voto de buena fe y sin saber mucho en qué se estaba metiendo”. Prefiero el comentario que cite hace tiempo de un señor, que decía que la Iglesia perdió el piso y la voz ante las autoridades civiles sobre el indulto a los militares, porque simplemente, apoyó a los terroristas en vez de ser mediadora entre dos bandos.

A Héctor Soto le parece estupendo que la ley se aplique para un lado, la prevaricación del juez Guzmán , que se recuerde los crímenes de un lado de la trinchera. Por último que se indulten y amnistíen a los terroristas, y no los militares. Tan políticamente correcto es este señor como sus aburridos comentarios sobre la contingencia nacional.

El odio es más fuerte.

5 comentarios:

Andy dijo...

No sólo en Chile. Acá en Argentina, también. Estamos condenados.

Javier Bazán Aguirre dijo...

Andy:
Se me olvidó mencionar Argentina, Brasil y Uruguay. Lo tenía en mente.

Anónimo dijo...

Yo lo que veo en Argentina es peor. Aca no solo no estamos reconciliados, de la gente que tiene presencia publica casi nadie cree que haya alguna necesidad de estarlo.
Hay una ceguera y una negación total frente a la division de nuestra sociedad, pero yo la veo muy fuerte en los lugares menos sospechados.

Javier Bazán Aguirre dijo...

Max:

Es típico que los cientistas políticos u otros comentaristas hablan de la calidad de los políticos de un país. Mandela habla de 'cálculo humano' que por cierto no se basa en las encuestas. En otras palabras, la baja calidad de los políticos tiene su corolario en la poca calidad humana que tienen.

Anónimo dijo...

Y si, sin duda Javier. Y por desgracia ese es un deficit que en mi opinión en un individuo adulto ya no tiene arreglo.