31 de mayo de 2013

El último capricho de la Cebra Imperial

Si quieren más pruebas de la delincuencia congénita del kirchnerismo, basta con ver el caso de la Plaza Colón, que directamente se la afanaron a la Ciudad de Buenos Aires para convertirla en el jardín de atrás de la Rosada.

Como no les alcanzaba con semejante muestra de su incontenible pulsión por chorear inmuebles y terrenos y por mandar lo afanado hacia el sur, a la Vaca Estúpida se le dio por querer echar a patadas al monumento a Cristóbal Colón que está en el medio de la plaza, mandarlo a Mar del Plata, y poner en su lugar una estatua de Juana Azurduy donada por el mismísimo ekeko Evo Morales. Si no lo hizo todavía, fue porque llegaron justo a tiempo una ley de la Legislatura porteña y una cautelar judicial para pararlo todo cuando la grúa ya estaba moviéndose para sacar al marino genovés.

Al margen de esto, la escala de valores de la Rayada queda bien clara: patinarse millones y cagarse en la ciudad para mover una estatua que integra su patrimonio cultural unos 400 km al sur sin más razón que el propio capricho está perfecto y es una muestra de respeto a los "pueblos originarios" y todas esas boludeces progres, pero ni siquiera hablemos de impedir que los aborígenes argentinos vivan en la más absoluta de las miserias, sean arreados como ganado para votar por quienes quieren los señores feudales de las provincias o directamente sean molidos a palos (y directamente asesinados) a gusto y piacere por orden de gente de tanta sensibilidad cultural y corrección política como Insfrán o Capitanich...

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