Hace rato me pregunto por qué el mundo acepta en Latinoamérica cosas que repudiaría en cualquier otro sitio. Sucede que la vara para medir los acontecimientos regionales es más elástica que en otros casos, y que actitudes que en otros países harían levantar las cejas a más de una cancillería acá se aceptan como normales.
El caso del terrorismo y de la afinidad con organizaciones fundamentalistas es un caso típico. Antes de que Ahmadinejad se largara a su show nuclear, y aún antes de ser presidente, ya estaba apuntado por haber integrado los grupos de estudiantes que impulsaron la revolución islámica de Khomeini. Acá cualquiera que haya atentado contra el orden constitucional puede ser legislador o embajador, y nadie dice ni mu.
¿Podría aceptarse, digamos en Italia, un primer ministro que reivindicara a las Brigadas Rojas? Acá puede haber un presidente que reivindica a sus "compañeros" que cayeron en la Guerra Revolucionaria sin que a nadie se le mueva un pelo.
Toleraría la Unión Europea un ministro de cualquier cosa, de uno de sus miembros, que tuviera un pasado de guerrillero? Acá, al contrario, un tipo así (basta como ejemplo el casoi de Pepe Mujica) se transforma en el personaje más popular de un gobierno.
¿Cómo reaccionaría la comunidad internacional ante cualquier otro presidente, de un país que no fuera latinoamericano, que reconociera como Evo Morales que "en Bolivia gobiernan los terroristas"?
2 comentarios:
" Y en Argentina también"
Andres A
Y, por cierto, en Uruguay también
(Abel, desde Montevideo)
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