17 de febrero de 2007

En busca del trauma perdido

Siempre que los intelectuales encuentran problemas a la hora de sentirse cómodos con las libertades que ofrece occidente, proyectan su ensoñación de un mundo libre de la corrupción capitalista hacia el oriente, donde desde los tiempos de Rousseau , todas las generaciones de "pensadores" se han empeñado en buscar el "primitivo noble". Es por ello que crece la avalancha de anotaciones intelectualoides desperdiciadas en ensalzar rasgos de la cultura musulmana, por ejemplo. Por supuesto que están también los esotéricos, los budistas, los nuevos celtas ... pero nunca he oído yo que se pongan bombas en nombre de las ramas de muérdago o al grito de "Viva Buda!"

Un ejemplo claro de lo que comento lo encontramos en los interminables discurso pro- y contra la obligatoriedad del velo (en cualquiera de sus formas) para las mujeres musulmanas. En ocasiones tengo la impresión de que, para algunos pseudointelectuales, el velo que cubre el rostro de las mujeres musulmanas es como el burro español de principios del siglo pasado: very typical, very nice. Las razones por las que una musulmana lleva un velo en la cabeza pueden ser ciertamente múltiples, pero argumentar (tal y como acabo de leer en un artículo de Heide Oestreich en el TAZ) que desde occidente interpretamos negativamente el velo musulmán porque estamos estigmatizados y traumatizados por el mito cristiano de la Piedad sufriente ya es demasiado. Mi capacidad de autoanálisis sobre las estrucutras internas de mi psiqué resulta completamente rebasada. Yo que pensaba que ese "trauma" había quedado definitivamente superado durante la reforma Luterana, para unos, y el Concilio Vaticano II para otros.

No olvidemos tampoco que, de paso, todo intento de defensa de lo musulmán desde la óptica occidental del "very typical, very nice" contribuye a la musulmanización de los musulmanes. En el fondo, lo que se consigue con tales peroratas vanagloficantes de las más rancias costumbres islámicas (aprecien el cambio de adjetivo) es desacreditar los intentos de muchísimos musulmanes dispuestos a romper con tales usos. Dispuestos a superar sus propios estigmas y traumas.

Islam, as in fact, all other religions, is a misogynist ideology. Islam is a direct product of sheer patriarchy. Islam, particularly, due to its earthly characteristics, penetrates every aspect of private and social lives of men and women. A woman, according to Islam, is an extension and subject of a man. She does not have an independent identity and is defined by her master. The veil has been prescribed to hide men’s property from potential violators. A “free” woman, according to Islam, is considered an open and free target, a free ride.

It is absurd to regard the veil as a fashion item, or a dress style. We should define the veil as it really is, and as it really functions in the lives of many women under the rule of Islam: a symbol of servitude and subjugation. Azar Majedi


Por supuesto que ésta es sólo una opinión más. Una opinión que seguramente no comparten muchas mujeres musulmanas. Pero es una opinión absolutamente respetable. No les parece?

1 comentario:

MarcosKtulu dijo...

El debate parecería centrarse en el rol de la religión en la vida cotidiana. Si seguimos a algunos de los "intelectuales" de los que estuvimos hablando estos días, la religión sería una forma de control social, la que por ser parcialmente cierta, es una sugerencia a tomar con reservas. El avanzado proceso de secularización por momentos llega a puntos de atacar a instituciones centrales en nuestra sociedad, como el matrimonio.
El Foucault de alguna época coincidiría en que la vestimenta, la moda, los uniformes (¿alguna se preguntaron por qué la doble acepción de esta palabra)?, los atuendos religiosos, etc. constituyen una herramienta de disciplinamiento. Es interesante, porque la vestimenta sirve simultáneamente para jerarquizar pero también uniformizar (por eso se habla de rasgarse las vestiduras cuando uno pretende eludir una responsabilidad asociada con el cargo/uniforme).
El contraataque al velo (porque el velo sería el primero en atacar al secularismo) en la práctica es una arremetida principista contra algo más simbólico que de fondo. Quiero decir, pretender romper lazos de subyugación prohibiendo una prenda, tiene tanta posibilidad de éxito -en romper con el sistema- como la carga de Don Quijote contra los molinos de viento.
En lo personal no me molesta que alguien use velo, si su conciencia y su cultura se lo dicta, como no me perturba el hábito, la sotana ni el kipá. Lo que sí es harina de otro costal es la lapidación, azotamiento y demás penurias a las que se somete a la mujer por el sólo hecho de serlo, en cualquier caso tratos intolerables tanto en la sociedad española como argentina.