En 2001 la democracia argentina estuvo profundamente cuestionada, al grito de "que se vayan todos". Por eso, las elecciones de 2003 tuvieron algo de refundacional.
Cuatro años despúes, el panorama es decepcionante. Prácticamente ningún partido político ejercita la democracia interna genuina, los puestos se deciden a dedazos, y los liderazgos se acomodan en los comandos de campaña.
El relativo bienestar económico posterga la crisis para cuando lleguen las vacas flacas. Mientras tanto, como dice La Nueva Provincia, la democracia en la Argentina se transformó en un cuento de papelitos y cajitas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario