26 de marzo de 2008

Como en los peores momentos

La protesta espontánea de la gente en las ciudades desencadenó una respuesta infame del aparato paraestatal de patotas y apretadores profesionales, cuando los piqueteros de D'Elía y Pérsico envueltos en banderas con Evita y el Che echaron a patadas a los vecinosde la Plaza de Mayo.
"La plaza es nuestra", vociferaba D'Elía; echamos a los de Barrio Norte y Palermo... evidentemente en el modelo de la Nueva Argentina K no solo el gobierno puede decidir qué debe ganar cada uno, sino que está tabulado quién es el que puede opinar.

5 comentarios:

Claude dijo...

Pero si intentan lo mismo con los productores no les va a ir tan bien. Que vengan.

MarcosKtulu dijo...

Hace 198 años la elite porteña se reunía en un edificio cerca de ahí para dar un mensaje claro: déjennos comerciar tranquilos, un poco el mensaje que quería expresar el resto del virreinato. Hoy el virreinato se levanta de nuevo contra los tiranos y corruptos que gobiernan a distancia.

Beto dijo...

La unica salida pacifica que le veo a esto es que renuncie Cristina (ademas de Lousteau y los dos Fernandez), asuma Cobos, retrotraiga las retenciones al estado anterior asi se pueden juntar todos y empezar a hablar sobre impuestos y coparticipaciones.

Si no se descomprime esto, tendremos unas semanas cargadas de mucha violencia.

Ah, y me olvidaba, que aparezcan las fuerzas del orden.

Que no se borren como lo hicieron hoy en Plaza de Mayo, dejando desamparados a los que se manifestaban en paz.

Anónimo dijo...

Lo que más me asombra de todo este conflicto es la imbecilidad del gobierno y de la presidenta. Ayer podría haber empezado a solucionar todo, y consiguió que hasta los que la única tierra que tienen es la de las macetas, le salgan a hacer cacerolazos. Notable. Y la respuesta más desorbitada todavía, el envío de sus tropas de choque más lamentables. Me recuerda al peor momento del general Cangallo, cuando embotado por años de poder, empezó a hacer una cagada al pedo tras otra.

Anónimo dijo...

Es que la SOBERBIA los enceguece y los pierde, Rafael.
Afortunadamente.


Raúl