"siempre ha producido gran confusión en los escritos, en las controversias y aun en las conversaciones las ambiguedad y varia significación de las palabras y la falta de precaución en no fijar las ideas representadas por ellas. Acostumbrados a ciertas formulas y vocablos comunmente usados en nuestro tiempo, creemos que existieron siempre y tuvieron la misma significación en todas las edades y siglos"
Francisco Martínez Marina
Acabo de leer de punta a punta el fallo histórico de la Corte Suprema norteamericana, y me vino a la cabeza la cita del jurista español Martínez Marina, que suenan tan remotas y lejanas acá, un país donde la política de hoy se hace con palabras que perdieron sentido como "terratenientes", "oligarquía", "estancieros", y donde hasta la historia se pretende interpretar analizando el discurso de hace 50, 100 o 200 años en términos de lo que a los políticos les conviene hoy.
En el fallo redactado por el Juez Scalia se analiza antes que nada qué se quiso decir -en terminos semánticos y sintácticos- con cada palabra de la Segunda Enmienda, a la luz de como se empleaban los vocablos en el momento de la redacción. Y después, sólo después de que no se deja lugar a dudas sobre el significado de las palabras, se falla sobre la cuestión.
No sorprende ver la diferencia. Si acá tantas cosas han perdido valor, no es extraño que las palabras también hayan perdido el suyo. Suficiente escuchar cada día a los Fernández.
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