4 de marzo de 2009

Puerta a puerta


El viernes a la madrugada José Luis volvía a su casa desde la zona de Alberdi, en el norte de la ciudad, en un colectivo de la empresa municipal de transporte. Al ir llegando al centro le llamó la atención que el conductor cerró las puertas, y encaró bastante rápido la ruta, dejando a pasajeros en las paradas. Un par de minutos después, cuando bajo un grupo de personas, el conductor le preguntó (a él y a las otras dos personas que quedaban a bordo) a dónde iban.
Conociendo el destino de los pasajeros, el colectivo salió de ruta y dejó a cada uno de los usuarios en la esquina de su casa.
Me lo contó el protagonista, todavía sorprendido por la explicación que le dio el conductor: en la noche rosarina muchos choferes evitan el centro de la ciudad, y se ciscan en horarios, rutas y esquemas. Simplemente, no hay quien les asegure su integridad y la del vehículo que manejan.

A propósito.

3 comentarios:

Louis Cyphre dijo...

No se puede creer. Menos mal que todavía queda mucha gente como la gente en el país.

Sine Metu dijo...

eh?

ilustre desconocido dijo...

eso que relatas es cosa comun los fines de semanas,suben en patotas ninguno paga boleto,suben con botellas de vino ,cerveza,uno del grupo lo habla al chofer, y pasan todo,pero eso si cuando se bajan muy educadamente le dicen " gracias fierita" ¿pero que chofer se puede arriesgar a hacerles frente,quien lo respalda?