17 de mayo de 2009

Bajo la Lluvia Blanca

“Desde esa frontera hacia Buenos Aires se relajan los controles y es más fácil andar por tierra”, aclara un funcionario que hace diez años trabaja en la justicia federal. La sorpresa de que llueva cocaína se la han llevado varios pobladores de los apartados parajes del NOA en los que es común escuchar el ruido de los motores de los aviones Cessna que se aproximan y luego ver las siluetas claras de esas máquinas que pasan tan bajo que parecieran volar el techo de los ranchos. A veces lo hacen a cincuenta metros del suelo. Así fue en mayo de 2008, en el límite entre Agua Amarga y Quiscaloró: los vecinos de las doce casas del lugar vieron que los bultos caían como bombas sobre el pasto seco de la zona. El cálculo del piloto falló: apenas dos kilómetros más allá había dos camionetas esperando la carga, pero llegaron antes los lugareños y la policía y cosecharon cien kilos de droga. Los que iban en las 4x4 fueron detenidos. El caso deja claro cómo se controla el asunto: la mayoría de los hallazgos son errores de los narcos, casos de flagrancia, ya que la capacidad de investigar de las fuerzas de seguridad es inferior a la de las organizaciones narco que se comunican con teléfonos satelitales, usan GPS y tienen un presupuesto millonario para sortear obstáculos. “Estamos en franca desventaja. Ellos no tienen que hacer licitaciones para comprar aparatos”, bromea el comandante mayor Julio César Leguizamón, a cargo de todo el Norte argentino por Gendarmería.
(Speedy Gonzales Es De La DEA)

1 comentario:

Mike dijo...

El tema musical perfecto para este post acaba de ser posteado en el Opinador.