Durante cuatro años trabajé en un equipo de investigación universitario, que aún sigue en marcha, y que desde que se conformó reunió material para la publicación de al menos tres libros sobre historia de la arquitectura de Rosario. A pesar de ser programas acreditados, nunca se consiguió un peso.
Supongo que exactamente lo mismo pasa con la mayoría de los investigadores universitarios, y probablemente con los del CONICET, porque las editoriales universitarias, Eudeba incluída, siempre están de la cuarta al pértigo.
Pero la sequía editorial no llega a la Nomenklatura Progre, porque nada impidió que la Lubertino sacara tres ediciones autoreferenciales patinándose 100.000 dólares. Libros que salvo lustrar su ego, quedarán automáticamente condenados al estante de los libros inútiles.
2 comentarios:
propongo enviar a Pereyra de Olazabal en operativo comando para retirar los libros de todos los puntos de venta...
Esa foto me dio un poco de asquito.
En cuanto a la Lubertino...¡caramba. qué coincidencia!
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