Cualquiera que haya leído un par de páginas de historia argentina sabe lo obvio: que San Martín no era de mármol y en campaña no le guardó cristiana fidelidad a Remedios, que Belgrano aprovechaba su pinta de no gallego para hacer de galán, que Güemes no era precisamente casto, que Artigas sembró la Banda Oriental de hijos, que Urquiza hizo lo propio en tierra entrerriana, y que el loco Sarmiento era poco menos que un obseso sexual, que incluso le escribía cartas calientes a la ya veterana Mariquita Sánchez, para entonces viuda de Thompson.
Pero obvio, hace falta que venga un superado que se lo cuente al basto público (vasto basto publico) que se mea de la emoción al descubrir que los señores que le dieron nombre a las calles también eran seres sexuados.
1 comentario:
Rubén, mucha gente cree que Belgrano era medio maricón por la pose del famoso cuadro. Ignoran que le gustaban las minas más que el dulce de leche y que dejó, por lo menos, dos hijos naturales.
Es raro que una sociedad tan sicoanalizada como la Argentina no se haya dado cuenta de la fuerza del impulso sexual en la mayoría de nuestros próceres. Con la excepción de Fray Luis Beltrán y el Deán Funes, espero. ¡Ja, Ja, Ja!
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