Gradas en pésimo estado, ruinosas instalaciones para la prensa y palcos casi abandonados son algunos de los pobres signos externos de un recinto en el que, eso sí, se respira fútbol por los cuatro costados a la fuerza.

El Mundo (España), sobre el estado del Estadio de River Plate en el día del partido amistoso entre las selecciones española y argentina.

Considero que este artículo va en línea con lo que comenté sobre el estado de la Ciudad de Buenos Aires que observé hace poco y describí aquí.

Son penosos los numerosos comentarios de lectores argentinos ofendidos por esta referencia a uno de los principales estadios deportivos del país. En resumen: en España no hay estadios en ese estado porque hay dinero para mantenerlos.

Hay un concepto equivocado en Argentina que considera que la pobreza justifica la suciedad y el abandono, pero no es así. Esa es una idea muy vinculada a la ya habitual visión de las villas de emergencia y sus habitantes que en muchos casos viven en un estado deplorable supuestamente justificado por su escaso nivel económico para luego encontrarse con que en la casa tienen televisor y equipo de música.

Se trata, creo yo, de una cuestión cultural no económica, la que provoca la permanente dejadez y abandono que se observa en la Argentina en sus infraestructuras públicas y privadas.