22 de enero de 2019

Siempre con la pose de víctima







La izquierda chilena hace más de cuarenta años llevo al país una situación de anormalidad. La revolución comunista de Salvador Allende sacó al país de la normalidad en que estábamos acostumbrados, pues había que destruir el aparato burgués para instalar la dictadura del proletariado. El modo: la violencia, el conflicto, la lucha clases y odio, que son los ingredientes de la filosofía marxista leninista. Sin embargo, luego se quejan que con el 11 de septiembre no pudieron continuar su vida burguesa o normal, que tanto detestaban.

   Cuando Chile ganó en el pleito en La Haya , en la noticias informaron que uno de los abogados que que estuvieron en la Corte Internacional era un ex Mapu y, que además, estaba en el 2010 gestionando por la UDI ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) la extradición de Argentina del terrorista Sergio Apablaza Galvarino. Se trata del señor Claudio Grossmann. El abogado fue recibido con ovación en la Cámara de Diputados.

   El medio señala que abrió un centro de Derechos Humanos en Holanda, el país que lo acogió en 1974. Más adelante, cuenta que partió a Estados Unidos donde en 1994 lo nombraron decano de la Facultad de Derecho de American University Washington College of Low (WCL). Además, un anfiteatro lleva su nombre.

   Entre 1993 y el 2001 fue parte miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Asimismo, estuvo en la presidencia contra la Tortura de las Naciones Unidas. La ONU es corrupta y sus funcionarios abusan de menores de edad. Además, le hace la lesa ante la dictadura cubana.

   Su extenso currículo vitae de 44 páginas no interesa, ni tampoco que hablé cuatro idiomas.

   Sin embargo, lo que me molesto es cuando leí la siguiente afirmación que hizo al diario argentino Clarín el 2015 y que la citan el mismo medio: “Durante la dictadura militar yo perdí el derecho humano de vivir en Chile”.

   Bajo el gobierno marxista de la Unidad Popular, a los chilenos le comenzaron pedir aval si salían al extranjero, que era una manera de evitar que se quedaran sin profesionales el país. Los chilenos no tenían el derecho humano del largarse de su país por las razones que sea. Lo que no significa que otro país los vaya recibir sí o sí.

   Nos cuenta que al momento de producirse la intervención militar oficiaba de jefe de gabinete del ministro de la Secretaría General de Gobierno que presidía Fernando Flores. Lo que determino su camino por los derechos humanos fue que su padre, David Grossman fue detenido y torturado en Lebu. Su padre era médico y militante del Partido Radical. Sobre la tortura no les creo nada, pues ante la tortura que realizaba la Unidad Popular a los opositores no decían nada. Por su parte, su madre la echaron de la universidad donde trabajaba como profesora.

   ¡De qué se quejan! Esperaban que los chilenos dócilmente se entregaran a la esclavitud del comunismo.

   Durante la UP se ejerció la tortura no sólo por parte del gobierno como acusa el Acuerdo de la Cámara de Diputados de agosto de 1973, sino también por parte de los diversos grupos que apoyaban dicho gobierno: Mir, VOP, entre otros.

   Otro quejumbroso de esa generación es, pues, el abogado Álvaro Valera . Para el primer gobierno de Sebastián Piñera, nombró como embajador en Argentina al abogado de Renovación Nacional, Miguel Otero. El ex político dijo una afirmación políticamente incorrecta sobre el Gobierno Militar, lo que lo llevo a renunciar. A raíz de ese incidente, el medio Ciper publicó una declaración del señor Álvaro Valera Yo sentí la dictadura (y también a Miguel Otero) .

   Según Ciper, Valera fue expulsado de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile Miguel Otero. El señor Valera pertenecía al Mapu como nombrado Claudio Grossman y Carlos Portales. En tiempos de la Unidad Popular, Valera era presidente del centro de alumnos de la Escuela de Derecho. Según el abogado, Otero había dicho: “Mientras yo exista, juro que Álvaro Varela no se titulará de abogado en Chile”.

   Fue expulsado de la Universidad de Chile y obtuvo su titulación en España, gracias un acuerdo realizado durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva y el gobierno de Francisco Franco. Según Ciper:“como abogado se convirtió en un hombre clave desde la Vicaría de la Solidaridad en la búsqueda de justicia para los abusos del régimen militar”. Antes no ocurrió nada en el país y los chilenos estábamos súper bien. Ante los abusos que cometía la Unidad Popular, los revolucionarios marxistas junto con la Iglesia Católica chilena le hacían la vista gorda.

 Ser matón era un acto revolucionario.

   La Vicaría de la Solidaridad fue la iniciativa del Cardenal Raúl Silva Enríquez, quien era partidario del gobierno marxista. Dicha organización religiosa protegió a los terroristas del Mir, del Frente Lautaro y por último, al brazo armado del Partido Comunista, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. 

 Asimismo, Ciper señala que Miguel Otero “había liderado una razzia para expulsar a alumnos y académicos por sus ideas políticas”. Los profesores de las universidades que eran partidarios de Salvador Allende se dedicaban al activismo político, no a enseñar. El abogado Valera cuenta su testimonio, sin embargo, miente: “La represión ya se había desatado en todo el país, por la persecución a todos quienes habíamos apoyado el gobierno constitucional”. En Chile, había entre ocho mil y mil hombres armados, que era el ejército paralelo que tenía Salvador Allende. La represión fue contra el grupo terrorista Mir, quien luego de destruir la democracia liberal que había hasta 1970, salieron con el cuento de que luchaba contra el Gobierno Militar para recuperar la democracia. ¡Qué bipolares! Allende se salió de la ley y la Constitución.

   Usted señor Valera destruyó la democracia. El personaje de Benjamín Vicuña de la teleserie Los Archivos del Cardenal se inspiró en ese abogado.

   Otros del Mapu son más sinvergüenzas como el ex ministro de Energía del segundo gobierno de Michelle Bachelet, Máximo Pacheco, quien en tiempos de la Unidad Popular estaba a cargo de Dirinco, que era la oficina que fijaba los precios. Cuando ganó Salvador Allende el 4 de septiembre de 1970, él lo celebro. Según él: “Ese día nací a la vida política. Me he identificado con la centroizquierda de toda la vida”. ¿Quiere hacernos cree que la UP era de centro izquierda al estilo de los partidos de izquierda de Alemania Federal o de Inglaterra? El medio agrega el siguiente comentario que a mí me produce risa: “Pero el “Golpe barrió con sus planes y debió partir al extranjero, donde se inició en el rubro empresarial”. Llego a trabajar en el famoso Banco Talca a pedido de Sebastián Piñera . No partió al extranjero, ya que se tituló de Ingeniero Comercial en 1976. Dicho sea de paso, para la próxima elección presidencial, el hombre de George Soros, es el señor Pacheco.

   Según Claudio Grossman, el Mapu le atrajo “la base moral”. No sé de qué moral habla, pues según Julio Bazán Álvarez, autor del libro Lo derrocó el Pueblo, es movimiento que se separó de la Democracia Cristiana, y que por tanto tenían base humanista cristiana, querían eliminar a los dueños de establecimientos comerciales:“El bolichero aparece como nuestro principal enemigo, pero el que está detrás de él es nuestro verdadero enemigo. Es imposible, técnica y políticamente, eliminar a 800.000 bolicheros. Tenemos que entender que 800.000 bolicheros son técnicamente irremplazables de la noche a la mañana y, que, políticamente no podemos eliminar a 800.000 personas”. Bazán hace la siguiente reflexión:“¡Aceptaban intelectualmente y éticamente eliminar 800.000 modestos bolicheros! Sólo razones políticas se lo impedían.

    Además, de querer exterminar los bolicheros de la época, el Mapu estuvo metido en el motín de la Armada, tal como cuenta el ex oficial de esa rama de las Fuerzas Armadas, Germán Bravo Valdivieso en su libro La infiltración en la Armada 1973: la historia de un motín abortado. Cito: “La comisión política quedó integrada por Eduardo Aqueveque, Oscar Garretón, Rodrigo González, Eduardo Montes, Alfonso Néspolo, Carlos Pulgar y otros”. El plan del Mapu y del Mir era seguir el mismo modus operandi utilizado en 1931 para la sublevación de la escuadra: los oficiales estarían arrestados en sus camarotes.

    Para el 42 aniversario de la intervención militar, que nos liberó de una dictadura comunista, el diario El País cuenta el testimonio de tres ex UP con el título Tres miradas del exilio chileno. En una de esas está la historia es la José Illesca, a quien ponen como preso político. En efecto, él cuenta: “Yo era dirigente sindical y pertenecía al Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR). Me detuvieron tres veces. La segunda vez, una noche en medio del toque de queda, nos prepararon a 26 para dejarnos en libertad. Dijeron ¡a correr! y sentí los balazos. Me metí en unas alcantarillas que estaban llenas de excremento y me arrastré hasta casa de mis suegros. Tenía los pies rotos, me los habían golpeado mucho”. El señor José pertenecía al grupo terrorista que usaba la violencia y que quería instalar una dictadura comunista. Para alguien que seguía a Ernesto ‘Che’ Guevara se queja demasiado. Después de todo, ellos creían que la violencia revolucionaria es mejor que la violencia burguesa. Calificarse de preso político es un acto de sinvergüenza. No lo atraparon por pensar distinto como han dicho hasta ahora.

    Seguramente, si la Unidad Popular hubiese ganado, nos quieren asegurar los que apoyaron ese proyecto político, que los chilenos volverían a su modo de vida que tenía antes de 1970, y que no habría una razzia o una represión contra los opositores. Hicieron una revolución comunista armada.

   Todas las políticas de la Unidad Popular estaban orientada a instalar una dictadura comunista tal como dice el Acuerdo de la Cámara de Diputados. Los revolucionarios marxistas leninistas de la UP eran unos fi fi. Estos testimonios confirman que nunca hubo hombres en la izquierda.

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