Siendo porteño de toda la vida, me sorprendo a mí mismo viendo a la llamada "gente del campo" como los representantes de unos de los pocos reductos del pensamiento decente del país.
Llevo años viendo a representantes de todo tipo de sectores (industriales, sindicalistas, docentes, etc.) entrando con cara agria a las reuniones con funcionarios de gobiernos argentinos para terminar saliendo de las negociaciones con cara sonriente y optimista pensando que sus reclamos habían sido escuchados.
Esta vez los dirigentes del campo, luego de sentarse alrededor de una mesa con el gobierno, salen diciendo frases tan obvias y lúcidas como que las ayudas compensatorias por las retenciones “(las) van a terminar recibiendo sólo mil de los 62 mil que dicen los funcionarios que los cobrarán”.
En definitiva esta gente sostiene que el dinero prometido “quedará en el aire”.
Para hablar más claro, ellos ven claramente que el gobierno les miente.
En un país donde la gente aun espera que el gobernante de turno solucione sus problemas, esta muestra de desonfianza es gratificante.
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