9 de abril de 2008

Los comunicadores liberales


Ayer encontré un artículo, que debe ser muy bueno pero no lo pude terminar de leer, del lechuguino. Me acuerdo cómo se puso de nervioso cuando lo llamé así. Era en una de esas reuniones que organizaba Bongiovanni allá por los buenos viejos tiempos en que en Argentina, o al menos en la ciudad de Buenos Aires, había un partido liberal llamado UCD -o UCEDE.

Se trata de un artículo del profesor Martín Krause, y quien lo había bautizado así fue nada menos que el patrón don César Jaroslavsky, dueño de la más acérrima defensa mediática alfonsinista de los ochentas.

El artículo debe ser muy interesante, pero hace falta haber hecho una carrera universitaria para soportarlo. Quién lo entiende? Citas, referencias, giros y más vueltas para decir algo simple.

Por qué los comunicadores liberales argentinos no pueden escribir como Bastiat? Como Thomas Sowell? Como Cato? Como Tom Paine? Como Alberdi?

Pensé en escribir este post ayer por la tarde. Y hoy viendo uno de Ramiro en El Opinador pensé: Qué bocho este muchacho. Qué poder de síntesis. Si uno quiere se lee el parrafito que cita. Pero con su encabezamiento ya queda claro lo que quiso decir.
Básicamente que el mensaje de Cristina es algo así:

ME ATACAN PORQUE NO TENGO PENE.
LOS QUE ME ATACAN SON VIDELA.
VIDELA TIENE LA CULPA.
Y TODO POR UN YUYO DE MIERDA.

En otra oportunidad estábamos conversando con Alberto Benegas Lynch (h.) en otro evento organizado por Bongiovanni en el Hotel Italia, antes que lo convirtieran en Rectorado de la UNR, y recuerdo que el doctor citaba a Jaspers, el citado por Ramiro. Ni me acuerdo de la cita, pero me acuerdo del nombre Jaspers.

Yo prefiero en general no citar a Jaspers, ni a nadie. A mí me gusta más procesar el concepto y mandártelo digerido y elaborado estilo FAST FOOD MENTAL. Por ahí te acuerdes del slogan con forma de hamburguesa grasienta que te sacó el hambre intelectual cuando más te hacía falta. No importa tanto quién fue el primero en plantear la idea.

La academia es necesaria, pero no gobierna ni gana elecciones.

En fin, la lechuga también es un yuyo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Sobre la originalidad y las citas yo pienso igual pero por otro motivo. Citar al autor debería ser una cuestión de deferencia hacia él, pero en nuestro pais de catedráticos de opereta hay demasiada gente que cita para arroparse con la autoridad de otro con más prestigio, y simultaneamente, relevarse de una parte al menos psicológica de haber dicho cualquier cosa (las frases más inteligentes mal aplicadas han inducido a errores grotescos en la historia). Para mi no citar, digerir, y emitir en nombre propio es tener los huevos de decir "esta idea es mia". Otro la tuvo antes, ok, pero yo la creo y la entiendo y parte de la genialidad asi como de la responsabilidad de la misma es mía. Para mi jugarse es bastante raro en nuestra cultura, y parece que las ideas deben venir con curriculum para ser válidas.
Y ahora cito, porque el arte de las palabras es suyo, a RW Emerson:
Familiar as the voice of the mind
is to each, the highest merit we ascribe to Moses, Plato
and Milton is that they set at naught books and traditions,
and spoke not what men, but what they thought. A man should
learn to detect and watch that gleam of light which flashes
across his mind from within, more than the lustre of the
firmament of bards and sages. Yet he dismisses without
notice his thought, because it is his. In every work of
genius we recognize our own rejected thoughts; they come
back to us with a certain alienated majesty. Great works
of art have no more affecting lesson for us than this. They
teach us to abide by our spontaneous impression with good-
humored inflexibility then most when the whole cry of voices
is on the other side. Else to-morrow a stranger will say
with masterly good sense precisely what we have thought and
felt all the time, and we shall be forced to take with shame
our own opinion from another
.

Anónimo dijo...

A mí me gusta mucho citar cuando escribo artículos. Mentes más brillantes que la mía ya han expresado mucho de lo que quiero decir mejor de lo que yo podría hacerlo. Además, la cita es interesante como muestra de que lo mismo que se discute hoy, se discutía en el pasado. De hecho, un ejercicio que empecé hace poco en el blog es armar conversaciones entre CFK y Alberdi, cuyas "respuestas" a los delirios presidenciales son excelentes. Finalmente, las citas ayudan a conocer nuevos pensadores. En mi caso, descubrí a Hume, Alberdi y Ayn Rand a partir de citas utilizadas por Armando Ribas en sus artículos.

Carlos dijo...

Muchos creen que citar viste, produce en la gilada la impresión de que el “citador” es un erudito con muchas lecturas; el problema es que también produce el efecto no deseado de que quien cita mucho buscando el apoyo de otros es un repetidor sin ideas propias.Hay algunos autores como Clausewitz y Maquiavelo a los que todos citan pero pocos leyeron.
Ya que Guillermo lo mencionó, es notable la claridad y facilidad de lectura que tienen todos las notas de Thomas Sowell, que es un gran economista pero respeta a sus lectores y tiene bien claro que un artículo periodístico no es una tésis universitaria

Anónimo dijo...

Sabes que no lo leí, pero la que siempre me produjo ese efecto es la revista The Economist. Siento que es amplia en los temas que ataca, inteligente, y me hace sentir inteligente porque entiendo lo que dice (o pensar que las demas que explican lo mismo de manera que no lo entiendo son bastante pobres). Lo cual nos lleva a otra típica manía que me saca de quicio y va de la mano del exceso de citas: la de decir una cosa de una manera complicada para demostrar autoridad en un tema. Siempre que hablo de estas cosas me viene a la mente un "amigo" abogado, que se expresa asi cada vez que siente necesidad de mostrar autoridad, y es lamentable, porque sufre el mensaje. Para mí es de gente inteligente decir las cosas de tal manera que tengan precision y al mismo tiempo sean comprensibles para la mayor cantidad de personas.
Lo opuesto, el idioma retorcido inutilmente, me suena a abogado trucho que te quiere enroscar la vibora o a pinche de tribunales dandose importancia. Y ni hablar del desprecio velado que demuestra por el interlocutor.
Y para mi es de progre. (hHhH, no pude evitarlo).

Mike dijo...

Lo que hacen falta son "divulgadores" de las ideas de libertad. Algo así como lo que hacía Carl Sagan con la ciencia. Cuanta gente se habrá limpiado el cerebro de patrañas gracias a "Cosmos" ?

Sowell es brillante pero creo que para decir estas cosas en lenguaje llano, no hay como Bill Whittle. Puede sonar a frase hecha, pero su libro "Silent America" realmente me partió la cabeza.

En el Opinador hace tiempo que vengo posteando fragmentos de los ensayos de Whittle, algunos son tan buenos que los subí completos en el Opinador Textos... pero les recomiendo ir a su site y disfrutarlos despacio. O mejor, compren "Silent America" y saboreenlo.

Ramiro dijo...

Todo un tema.

Los argentinos heredamos el estilo barroco de los franceses. Los anglosajones escriben en el modo opuesto: cuanto más claro, mejor. Hace unos años estaba copado con un libro de Escudé. Mi esposa un día lo agarró de mi mesa de luz y después de cinco minutos lo tiró al diablo:

-"Este tipo no sabe escribir, no se entiende un pepino lo que quiere decir" -me dijo.

Ahí comenzamos una discusión que se repetiría en el futuro. Mi punto era que no estaba mal escrito, sino que el estilo es diferente.

-"Estilo las pelotas" -me dijo- "El tipo no pasa un curso elemental de "creative writing" en Estados Unidos. Las oraciones son eternas. La puntuación es deplorable. Y las ideas quedan perdidas en esa maraña de palabras rebuscadas. Así no puede escribir un tipo que hace ciencia"

La realidad es que así no se puede escribir en inglés. En Argentina, en cambio, el que escribe demasiado simple es porque no debe saber mucho.

Son estilos diferentes. Alguno es mejor? Para mí yes.

Acá un fragmento del libro "On Writing Well", la biblia de estilo en Estados Unidos.

Carlos dijo...

Guy Sorman es un buen "divulgador" de las ideas liberales que sabe despojarse de la jerga de economista para llegar al gran público.