La recientemente muerte del embajador en Argentina y abogado, el ex demócrata cristiano, Adolfo Zaldívar nos muestra cómo actúa la fauna política chilena. El actual gobierno decreto dos días de duelo por el ex senador, sin embargo, no decreto duelo por la muerte del ex marino, Roberto Kelly, a quien Chile le debe más a éste que al embajador. Creí que el ex parlamentario había formado parte de los 13 diputados de su partido que habían sacado una declaración el 13 de septiembre para oponerse a la intervención militar. Buscando, pues, por la red, repare que no estaba entre ellos.
Las palabras del presidente, Sebastián Piñera en el velatorio del político fallecido muestra que siempre ha sido de la Concertación: “fue un gran protagonista en la transición de Chile hacia su democracia. En una época difícil en nuestro país, en que no encontrábamos los caminos para reencontrarnos con la democracia, que es la forma natural de vida del pueblo chileno”.
Ahora bien, la vida política del ex embajador en Argentina se caracterizo por luchar: primero, su lucha contra la Unidad Popular; segundo, su lucha contra el Gobierno Militar y su defensa de los derechos humanos, y, por último, su lucha contra el modelo neoliberal.
Formó parte de la Comisión de Derechos Humanos durante el Gobierno Militar. Se querelló contra el general Pinochet por el caso ‘El Malecón’ y ayudo en la Vicaría de la Solidaridad. Con todo, nunca presentó una querella contra el Mir o el FPMR en tiempos de Pinochet. Y sabemos que cuando en Chile se usa la expresión ‘víctimas de los derechos humanos’, nos estamos refiriendo a la muerte de los terroristas. Los mismos representantes de los Derechos Humanos durante el Gobierno Militar no consideraban como víctimas de los derechos humanos los asesinatos y atentados de los grupos armados de Izquierda. Además, como hace poco revelo, el diputado Schilling la moneda de cambio de la ‘transición pacífica la democracia’ fue no respetar el Estado de Derecho, la ley de Amnistía solo para la Izquierda, hacer el Informe Rettig para satisfacer al terrorismo chileno que amenazaba la democracia
. Esas fueron las políticas que apoyó el fallecido político. Eso fueron ‘los caminos para reencontrarnos con la democracia,’.
Antes de empezar el gobierno de Piñera, las personas de Derecha estaban felices porque llamaba a terminar el juicio hacia los militares en retiro : “Los juicios a los militares deben terminarse a la brevedad, en beneficio de las víctimas de los atropellos a los DD. HH. Por lo demás, es una materia que se arrastra, que se usa políticamente y que nos mantiene anclados al pasado”. Tan anclados en el pasado que construyeron el museo de la Memoria. Como abogado, no se le ocurrió respetar las leyes vigentes, que pedir pasado algunos años que termine el juicio hacia los uniformados. No le puso tanto empeño a que los juicios interminables tengan final como defendió los derechos humanos bajo Pinochet. Ya sabemos, que sus palabras fueron desoídas por quienes lo elogiaron: el propio Presidente de la República que no cumplió su promesa y el pre candidato presidencial del oficialismo, Andrés Allamand. Este último lo calificó ‘un político extraordinario’. De hecho, tanto les gustó a la derecha dura sus palabras, que en el sitio Despierta Chile , reproducen la carta que el envío el ex senador al entonces presidente de la Democracia Cristiana, Ricardo Hormazábal en el 2000, donde explica las causas que llevaron a la crisis del 1973. Omite, naturalmente, el propio trabajo destructivo que realizó el gobierno de Eduardo Frei Montalva a la propiedad privada como muestra el escritor Francisco Salinas
, en que la Unidad Popular empezó antes: “ocasionó un verdadero caos en la agricultura y un fuerte golpe a la propiedad privada. Todo esto desalentó notoriamente la inversión extranjera”. Lo que le pavimentó el camino a Allende.
En la respuesta en que dice que hay acabar con los juicios a los militares, sostiene que los verdaderos culpables evaden la responsabilidad: “dirigentes de la Unidad Popular y de la oposición de entonces, donde destaca de manera singular Patricio Aylwin, Lagos, Aylwin, Correa: "Maestros chasquillas””.
Como típico demócrata cristiano, sus palabras más confundes que aclaran. Así, vemos que pone en el mismo lugar a los totalitarios y demócratas. Sobre el período de la década del sesenta del siglo pasado, afirmó: "en este país actuaron fuerzas como la CIA, la KGB y las policías de Alemania Oriental, transformándonos en verdaderos conejillos de Indias. Y tenemos que saber que lo que ocurrió fue más grave que la guerra de la independencia y la guerra civil del '91". En esta declaración le sale el demócrata cristiano, que desea estar equidistante entre el capitalismo y el socialismo. Asimismo, en su afirmación denota que los chilenos no sabían lo hacían “transformándonos en verdaderos conejillos de Indias”. O sea, cuando Allende viajó a Rusia no sabía lo que hacía, cuando crean la JAP tampoco sabía lo que hacía, cuando Miguel Enríquez creo el Mir y el Partido Socialista desechó la democracia liberal y optó por la vía armada, tampoco sabía lo que hacía. Esa excusa o pretexto siempre la usa la Izquierda. Ellos no sabían lo que hacían. Conforme con lo anterior, también la famosa ‘Revolución en Libertad’ de Eduardo Frei Montalva, que contó con el apoyo de la administración Kennedy fue un experimento de los norteamericanos. Ese es el rasgo típico del pensamiento de Izquierda: la libertad sin consecuencias.
El autor del ‘Lo derrocó el pueblo’ desmiente a Zaldívar, pues el movimiento contra Allende nació de la civilidad. La CIA no tuvo nada que ver. El Secretario de Estado, Henry Kissinger en una reunión con su homólogo chino, Cho En Lai manifiesta que la CIA no tuvo relación con el derrocamiento de Allende. El canciller chino le pregunta: “¿Hubo mano de la CIA Detrás del golpe?” El secretario de Estado norteamericano le contesta: “La CIA no dio una mano al golpe, pero también es cierto que no pudo controlar la situación. En Chile la causa fue la incompetencia de Allende. Nosotros no tuvimos nada que hacer con el golpe”. El canciller chino le replica: “….El propio Allende admitió que quería tomarse el poder en el verdadero sentido de la palabra…pero por otro lado sus subordinados hacían gran publicidad…..querían que la URSS les proveyera armas. Tal como esos guevaristas en Bolivia se tomaron las armas….Ese mismo grupo estaba activo en Chile y en otros países” (Diez Episodios desconocidos del Golpe). El año pasado, el ex presidente Alywin en una entrevista a un diario español sostuvo que Allende fue incompetente, lo que desató la ira de la Izquierda.
Sobre la Unidad Popular afirmó: “La UP resuelta a instaurar un hombre nuevo, y en nombre de los más desposeídos, intentó por todos los medios, incluso violentos, imponer su modelo. Ello significó el completo trastrocamiento del orden social, económico y político del país, entrando en un conflicto abierto con vastos y mayoritarios sectores de la sociedad chilena”. ¿En qué quedamos: La CIA o la sociedad civil fue la no quiso el nuevo hombre socialista?
La misma confusión la vemos cuando describe la propia pugna al interior de la Democracia Cristiana: “En este clímax, a nivel de dirigencia DC hubo dos visiones: una la mayoritaria, que terminó siendo de total rechazo a la UP y que llegó a la convicción de que las salidas institucionales estaban agotadas. La otra minoritaria, estuvo por buscar una fórmula política, que al no germinar jamás sabremos cuales habrían sido sus frutos”. Parece que él era partidario del grupo minoritario.
Según el consejero regional por la Provincia de Aysén, Juan Alocilla (PRI): “proclamó a sus últimos días la necesidad de cambiar el modelo neoliberal”. Cuando falleció, un académico de Izquierda rescato su crítica al modelo plutocrático. En una carta enviada a ‘La Tercera’, alguien del PRI señalaba que Zaldívar había defendido la: “libertad de conciencia y la defensa por la libertad económica y social para los chilenos”. Cambiar el modelo neoliberal y a la vez ser defensor de la libertad económica. Plop!
El único mérito que le encuentro al fallecido demócrata cristiano fue, pues, que “no tenía pelos en la lengua”, como se dice en la jerga chilena. Si a alguien o algún grupo de presión no le gustaban sus comentarios, allá al que le toque. Es, pues, precisamente, una cualidad que la mayoría de los políticos de Derecha no tienen.
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